Capitulo 2
Jaejoong
Jaejoong
- Uff… por fin hemos
terminado, ahora démonos prisa y volvamos a casa –Yunho, quien me ayudaba a
cargar la bolsa que escondía la peluca, frenó de repente.
- ¿Qué? Estas equivocado.
Todavía nos falta una tienda más que visitar.
- Ni creas que me
obligarás a comprarme zapatillas eh, porque eso si… ¡Usaré mis botas, de una
vez te lo digo! No me pondré nada con lo que tropiece a cada rato y me rompa la
boca.
- No hablo de eso, por mi
puedes usar los zapatos que quieras, eso no tiene importancia.
- ¿Entonces? Tampoco
pienso dejar que me lleves a maquillar, eso lo voy a hacer yo, tengo todo lo
necesario en casa y lo sabes.
- Lo sé.
- ¿Y? Ya no queda nada
que visitar, ¿adónde quieres que vayamos? –En ese momento, una sonrisa macabra
se asomó por sus labios. Me dio la espalda.
- Ya verás –y comenzó a
andar chulesco pasando de mí. Yo lo seguí sin entender que planeaba hacerme
ahora.
Pasamos varias tiendas
las cuales no dejaba de mirar al preguntarme cual de todas seria nuestra
siguiente parada. Yunho ni siquiera las miraba, andaba muy decidido, parecía
que quería llegar directo hacia su destino, el cual yo desconocía.
- Yunho… Yunho, espera…
¡YUNHO! –El muy cabrón me ignoraba y más me desesperó cuando emprendió una
caminata rápida ¡apropósito! Juro que me dieron ganas de tirar el vestido e
irme a casa a desparramarme de nuevo en el sillón y fingir mirar la TV… ¡Pero
no me atrevía! Logré seguirle el paso casi a zancadas hasta que en un momento
inesperado, mis suplicas fueron escuchadas al ver a Yunho detenerse.
- Uff… –resoplé algo
cansado. Esto era un “paseo en una plaza” no un jodido maratón– no vuelvas a
hacer eso, Yunho , cuando te hable escúchame ¿sí?
- Shh… luego me sermoneas
¿ok? Ahora entra –desvié la cara un tanto enojado y desorbité los ojos. En
definitiva con él no podía. Ahora quise ser yo el que dejara a Yunho atrás y
sin dudarlo comencé a caminar para entrar al local al que me había traído. Él
estaba como estatua sin moverse de su sitio observando mi comportamiento de
diva al levantar el rostro y andar con total altanería sin tener la pequeña
intención de esperarlo. Pero cuando estuve a sólo unos cuantos pasos de entrar,
tuve la maravillosa idea de alzar la cabeza para mirar el exuberante letrero
que brillaba al rojo vivo anunciando el nombre de la tienda.
Mi cerebro sólo pudo
redactar un único mensaje:
¡NO-ME-JODAS!
Me detuve en seco igual a
como si me hubiera estampado contra un transparente cristal. Enseguida, con la
respiración acelerada, giré con los ojos demasiado abiertos, no me lo podía
creer. Yunho, completamente serio, alzó una ceja mirándome incrédulo.
- ¡TÚ! –Olvidando todas
mis expectativas de querer dejar a Yunho atrás, me acerqué a él a zancadas
hasta quedar cara a cara. Ni siquiera lo intimidaba en lo más mínimo aun estando
a poca distancia. ¡Diablos, su respiración me pegaba en los labios!– ¡¿Me
trajiste a una lencería?!–Esto si era el colmo. Ni siquiera me cabía en la
cabeza como tuvo el descaro de atreverse a traerme a un sitio así ¡a su propio
hermano! ¿Qué rayos planeaba hacerme?– ¡¿Pero qué mierdas tienes en la cabeza?!
- Las que a ti te faltan.
¿Cuántas veces tengo que decírtelo? SERÁS-UNA-CHICA. ¿No crees que te falta
algo?
- ¿Algo?–Asintió mientras
miles de suposiciones se encaramaban en mi mente las cuales pretendía no
acertar– ¿Y que es ese “algo”?
-Tú qué crees… –Al no
poder seguir conteniéndole la mirada a escasos centímetros de mi rostro,
retrocedí dos pasos. Me fijé en su gesto, escudriñando mejor su expresión
descarada, muy seguro de lo que me estaba contando. Me rasqué la mollera
tratando de descifrar el “algo” que Yunho insinuaba, no era muy bueno tratando
de adivinar cosas y él lo sabia mejor que nadie, así que al ver mi completa
ignorancia hacia el tema, se tapó la cara con ambas manos un tanto harto y negó
varias veces –Joder, Jaejoong , piensa un poco ¿quieres?–Fruncí el entrecejo y
me quedé quieto, ignorando a las personas que pasaban a nuestro alrededor y
analizando todo muy despacio.
“Una lencería”
La idea que de pronto
indagó por mi cabeza era demasiado perturbadora que rogaba al cielo me
equivocara; pero como era de esperarse, este no era mi día de suerte.
Yunho, quien miraba el
debate entre mi mente y yo, decidió joderme y darme una sencilla pista de lo
que yo trataba de evadir. Sus ojos, que continuaban clavados en los míos
molestos, descendieron abruptamente hasta posarse en mi pecho. Esa sonrisa
sádica que brilló en su sombreada y macabra cara, me colapsó en un segundo.
Abrí la boca de par en
par al mismo tiempo en el que él volvió a mirarme fijamente, pero esta vez con
la burla remarcada en su rostro… Palidecí.
- Oh, no…
- Oh, si…
- ¡Nonononono!–Ahora si
ya no me importó dejar tirados mis lentes al negar incansables veces mi rotunda
tortura. Mi hombría… ¡Ploff! Parecía querer desaparecerla– ¿Qu-Quieres ponerme
busto?
- ¿Qué pensabas? ¿Traerte
a comprarle algo a la novia fantasma que tienes?– ¡HA-HA! Que gracioso –no
estamos para perder el tiempo, Jaejoong. Por si no te has dado cuenta estás
demasiado plano y yo no mencioné a un tablón como mi novia.
- ¿Y eso a mí qué? Te
hubieras encontrado a alguien con esas expectativas ¿no crees?
- Ya te dije lo que pasó.
Mis manos no están acostumbradas a estarse quietas en una sola nena– ¡Ah, pero
que bonito!… Estúpido.
- No. Ni lo pienses, eso
sí que no lo voy a hacer. ¿Qué te crees? Eso es demasiado. De saber eso antes
no te hubiera ayudado. –Estaba en shock. Al principio de todo esto acepté con
la intención de devolverle los enormes favores a mi hermano. Sabía que todo
esto sería una agonizante tortura y que tal vez conociéndome terminaría
arrepintiéndome… pero no lo hice, acepté y aquí estoy. Está bien que dejara que
él controlara la situación como comprarme un vestido, peluca y demás chunches
innecesarios y si, estaba consciente que tenía que ponerme todo eso al llegar a
casa pero por ningún motivo se me pasó por la cabeza imaginar que tendría
que parecerme a ese extremo a una chica; no lo medité antes y
ahora no sabía cómo zafarme de eso–Yunho…
- A fuerzas tenemos que
comprarte un sostén –apreté los dientes… ¿Comprarme?– ¿Con que rayos piensas
sostenerte el relleno?
- Pues… yo… –Eso no lo
había pensado. Según representaría a una chica, con vestido, cabello largo,
maquillaje y que más que obvio para darle “realismo”… busto. Pero pensar en
ponerme algo así me desmorona por dentro, y más al saber que era Yunho el que
me instaba a hacerlo –quizá… ¿con el vestido?–Me encogí de hombros un poco
cohibido, con miedo a su reacción –supongo que me quedará un poco apretado, lo
suficiente como para sostener algo ¿no?
- ¡No! –Suspiré, ya me lo
veía venir –capaz y se te caiga a cada simple movimiento ¿quieres arriesgarte?
¿Quieres hacer el ridículo frente a todos? Porque eso es lo que estas buscando,
¿eh?–Ya ni siquiera lo veía, mi vista estaba centrada en una pequeña basurita
del suelo. ¡Maldición, él tenía razón! No podía hacerlo con un simple vestido,
de a fuerzas tenía que tener un soporte, pero aun así…
- ¡Ya parezco una chica,
Yunho! Todas las personas que apenas me miran me difaman con eso, hasta tú lo
has dicho. Mi cara se asemeja más a la de una mujer ¿no? Si todos ya me
confunden con una es porque puedo pasar a serlo sin siquiera usar el susodicho
relleno. No es necesario –sí, mi orgullo ya estaba por los suelos, bueno, ése lo
había perdido desde el momento en el que acepté esta ridiculez; pero ahora si
ya no me importaba. Haría todo lo posible con tal de no ponerme tal sugerencia
y en eso estaba en aceptar mi apariencia de chica. ¡No quiero usar un sostén!
- Tú lo has dicho. Tu
cara es la que pasaría por mujer, pero si hablamos de tu cuerpo ya es muy
diferente. ¿Quieres que piensen que tienes el desarrollo de una niña de once
años? No lo creo– ¡Mierda! Todo lo que me hacía pensar Yunho me abría los ojos
¡como siempre, tenía razón en esto! pero ¿y? No todas son iguales ¿cierto?
- No, no, Yunho. Yo no
quiero usar eso, podemos buscar otra cosa pero me niego a ponerme un jodido
sostén. Además, tú no tienes derecho sobre mí, no puedes obligarme y punto. Ya
está decidido, nos vamos–me le encaré. Yunho, sin moverse de su sitio, se cruzó
de brazos y arqueó una ceja.
(…)
- ¿Quieres dejar de hacer
berrinches y ayudarme?
- No.
- ¿Vas a seguir con ese
molesto genio que te cargas?
- Sí.
- Genial–después de
haberme tomado de los costados y obligarme a entrar casi a rastras hace apenas
unos minutos, todo se volvió tenso. Claramente le hice saber que no quería usar
semejante cosa ¿pero me escuchó? No, claro que no. Hoy parece que todo tiene
que hacerse como él diga y mande ¿pero yo qué? Ser sólo un simple esclavo.
Aparte de que en el
lugar, notoriamente femenino, ya me sentía bastante abrumado al estar infestado
de mujeres, tenía que aguantar las indiscretas miradas de casi todas, sobre
todo de las mujeres mayores que casi, casi nos querían asesinar con la mirada,
indagando en que rayos hacían dos chicos en este lugar completamente inadecuado
para ellos. Y si, resaltábamos, ¿por qué? ¡Porque éramos los únicos hombres
aquí! Y aun ante ése pequeño detalle, Yunho inquirió en meterme a fuerzas junto
con él.
Por lo menos las chicas
de nuestra edad que se encontraban comprando y escogiendo prendas eran más
comprensivas. Sonreían, reían y se secreteaban entre ellas cuando nos miraban,
o más bien al mirar a Yunho de vez en cuando tomar una prenda y mirarla por
todos lados. Pensaran seguro en cosas guarras al ver sus rostros sumamente
sonrojados cuando Yunho se indignaba en devolverles la sonrisa. Yo simplemente
me mantenía con los brazos entrelazados sobre mi pecho y la cara que no veas… ¡Completamente
roja de coraje!
- Mmmh, eeh… ¿se les
ofrece algo? ¿Puedo ayudarles? –Una señora de unos cuarenta años, vestida con
ropa cara y empeñando una postura de típica escuela de modales, se acercó a
nosotros un poco retraída, jugándose las manos a la altura del estomago e
indagando en su rostro, podría decir que un poco alterada, desconfiada e
incluso hasta cabreada. No me alarmé en adivinar el por qué… ¡¿Cómo demonios
dos jóvenes van a estar en una lencería donde sólo hay prendas femeninas?! El
cuento de “buscando algo a mi novia” ya era viejo. Pervertidos sería la primera
acusación.
- No por ahora, gracias.
Tal vez dentro de un rato.
- ¿Un rato? O sea que…
estarán aquí, hem, ¿más tiempo?–Quise salir corriendo de ahí al notar el claro
desagrado de la encargada. Casi nos estaba gritando que no podíamos, que nos
fuéramos porque intimidábamos a sus clientes ¡y quise hacerle caso! Pero con
Yunho de compañía y comandante, sólo podía permanecer callado.
- Sí, creo que
demoraremos. Es difícil decidirse con tantas cosas aquí. Además tene… Oh,
Jaejoong mira…–Ignorando a la mujer, me tomó del brazo y comenzó a jalarme. La
señora nos escudriñó con la mirada un poco preocupada, pero como lo suponía no
tuvo el valor de echarnos del lugar o recriminarnos algo. Sin embrago yo,
anduve pegado a él hasta que nos detuvimos en una sección un tanto familiar, y
lo digo sólo por el color…
- El vestido es negro
¿no?
- Nooo, es de color caqui
–y de nuevo, como si Yunho tuviera la peste, me solté de él; no lo quería
cerca. Exhalé–obviamente.
- Bien, entonces tenemos
que conseguir lencería negra para que pegue con él.
- ¿Tenemos? Lo siento
Yunho, pero “tenemos” me suena a manada. Tú tienes, yo no buscaré nada. – Y
dicho esto, me pegué contra la pared y adopté mi anterior postura: cruzarme de
brazos y no mover ni un musculo, hasta evité verlo. Yunho, un tanto molesto por
mi actitud, apretó la boca y se marchó.
O más bien sólo estaba parado frente a mí, dándome la espalda, mirando por
todos lados los insaciables sujetadores que había de diferentes texturas y
colores suaves entre grises y negros por completo, haciendo el inútil esfuerzo
de buscar el indicado para mí… una total pérdida de tiempo.
- Jae… –Entrecerré los
ojos. Ahí va de nuevo. Decidido, se acercó a mí con mala cara. Creo que yo no
era el único desesperado– ¿Tú de plano no piensas ayudarme o qué?
- No.
- ¿Ni siquiera un poco?
- No.
- No, no, no, ¿qué no
sabes decir otra cosa?… ¡Espera, no me digas! Vas a decir que no ¿verdad?
- No. –Refunfuñó algo que
no pude entender pero seguro no era nada bueno.
- ¿Entonces?
- Ya te dije Yunho, si
piensas ponerme algo de eso escógelo tú solo, yo no voy a colaborar en el
futuro trauma que tendré por tu culpa.
- Bien… –Asintió varias
veces. En definitiva lo estaba cabreando, pero una mierda me importaba–
¿Entonces me lo dejas todo a mí?
- Así es.
- ¿Seguro?
- Es tu puta apuesta ¿no?
Yo no te ayudaré.
- Perfecto –lo perdí de
vista cuando me dio la espalda y se esfumó por un pequeño corredor. Me valió si
se enojó. Yo había hablado claro y no me movería para nada a menos que sea para
salir de aquí.
Después de varios minutos
de observar y observar nada interesante, miré hacia ambos lados tratando de
localizar a Yunho . ¿Dónde coño se había metido? Capaz y se habría entretenido
con la primera tipa que le allá sonreído y no me sorprendería escuchar que se
estuvo enrollando con ella en los probadores. ¿Y si se había enojado conmigo y
se largó? La duda empezó a carcomerme la mente y sin esperar cualquier otra
cosa, me di la vuelta para ir directamente a buscarlo pero en ése instante, el
desaparecido venía caminando muy campante junto con una pequeña sonrisa en la
boca.
- Listo. –Me dijo apenas
llegar.
- Ah, ¿ya?
- Sip, vamos a pagarlo y
salgamos de aquí.
- Humju –giró sin dejar
de sonreírme… no me dio buena espina. Comenzó a caminar y yo a sus espaldas y,
al darme cuenta de que no podía verme, me entró la curiosidad. ¿Qué me habrá
escogido? Por la misma, volteé a ver la prenda negra que tenía en su mano
derecha y…
- ¡YUNHO! –Me detuve en
seco… ¿cómo tenía el descaro? Lo vi girarse y al hacerlo, me miró tan
tranquilo como si no pasara nada– ¿Q-Que rayos es eso?
- Ah, ¿esto?–Alzó la
prenda a la altura de su cabeza, igual como si hubiera cogido a un conejo por
las orejas, mostrándomelo como si nada. Ahí pude verlo mejor y abrí la boca
sorprendido –lo que te pondrás.
- ¡¿Lo que me pondré?!
P-Pero… pero, pero ese sostén es para tetas del tamaño de melones ¡¿Cómo crees
que me pondré algo así?!–Y no estaba exagerando en absolutamente nada, hasta
creo que melones se quedarían cortos con el tremendo tamaño de esa cosa. Yunho,
sin siquiera mostrar un pequeño gesto de lastima por mí, se encogió de hombros
el muy imbécil.
- ¿Y? Así me gustan. Tú
dijiste que lo escogiera, pues éste me gustó así que lo cogí. ¿Nos vamos?– ¡Que
sínico!
- ¿Pero qué te crees?
¡Mírame! Ni tan sólo una copa de esas me cabrá en el pecho, pareceré una
deformidad con eso en mi cuerpo –lo admito, estaba un poco asustado.
- ¿Y que querías? Tú me
lo dejaste todo a mí. No quisiste escoger pues yo si ¿no te gusta? Pues te
jodes. No entiendo de qué te estás quejando. ¿No fuiste tú el que no quiso
ayudarme? –Con que por ahí vamos, eh. ¿Cómo no lo supe antes?… El jodido
chantaje. Ya se me hacía raro que Yunho fuera así como así escogiendo tonteras
aun sabiendo que lo desprecié, todo lo contrario. Me hubiera mandado a la
mierda no sin antes decirme que era un mal hermano al dejarlo solo con esto y
yo acabaría corriendo detrás de él para disculparme y evitar que se cabreara
conmigo. Temo decir que me lo había creído, me había dado un buen susto al
pensar que podía obligarme a usar semejante atrocidad… me había dado una
lección.
Con todo el coraje y los
reproches que se avecinaban desde lo más hondo de mi garganta hasta el
exterior, tuve que resignarme a hacer lo inimaginable si no quería llegar a
parecer un fenómeno de circo.
- ¡Aaaaah! ¡Eres un
idiota!–Le arrebaté el brasier de las manos y antes de dar media vuelta y
hurgar algo más adecuado para mí entre la demás lencería, pude notar una
satisfactoria sonrisa en su iluminado rostro.
Estuve buscando entre
toda la variedad, sintiéndome un poco incomodo al tocar ropa que no era de mi
lado, hasta algunas chicas que se encontraban cerca de nosotros, midiéndose y
escogiendo pantis y sostenes, dejaban de hacerlo al mirarnos; se sonrojaban y
esperaban a que nos alejáramos para poder continuar lo que hacían. Era de
esperarse, se incomodaban con nuestra presencia… ¿y quién no?
Todo estaba un poco más
tranquilo, sólo un poco, aún seguía algo resentido con Yunho , pero ya había
hecho varios corajes el día de hoy y hasta ya se me hacía bastante cansado
hacerlo. Ahora sí, con esto ya no había marcha atrás. Mi condena ya estaba
escrita y ya sería demasiado ridículo hacer otro berrinche con respecto al
tema, quería apaciguar todo para ya llevarla en paz.
- ¿ Yunho?
- ¿Qué pasa?
- Eeh… ¿Y como que tamaño
más o menos quieres que me ponga?–Yo ya había escogido desde hace un rato uno
un poco mediano de color negro, ni de loco pensaba complacer a Yunho con algo
más grande; pero aun así quise preguntarle para prevenir su reacción al
mostrarle el que ya tenía en mano.
- El que quieras, no
importa. Con el que te sientas cómodo – ¡Uff!, por lo menos.
- Y… ¿puede ser
éste?–Se lo enseñé. Yunho lo tomó y lo quitó del gancho en el que estaba, y de
nuevo como un experto, lo escudriñó por todos lados.
- Está bien. Me gusta.
- Sí. Pero viene con una
panty adjunta. Quítasela y déjala por ahí –y cuando pensé que el tormento había
terminado…
- Jaejoong, tu vestido es
un poco transparente.
- ¿Oh, sí? no lo había
notado. ¿Pero qué tiene que ver eso ahora?–Acercándose un poco más, endureció
la mirada y habló entre dientes.
- Tu vestido es un poco
transparente –repitió algo bajo para que no escucharan algunos oídos atentos a
nosotros.
- ¿Y que con eso? –Ni
idea de lo que hablaba. Yunho, sin apartar la vista de mí, sonrió de lado y con
las puntas de sus dedos sosteniendo cada lado de las pantaletas, las meció
hacia ambos lados completamente extendida, mostrándomela casi con burla.
¡Dios mío! Al momento en
el que comenzó a asentir yo comencé a negar.
- No puede ser…–Y como
flash, comencé a sacar el vestido de la bolsa y rápido lo extendí frente a mí…
me alarmé bastante. ¿Cómo no me di cuenta antes? En efecto, el vestido era un
tanto transparente. Lo tomé por el borde, metí un brazo por debajo de éste y
noté cómo se lograba ver la silueta de mi brazo claramente, quise fallecer. ¡El
bóxer se vería a leguas! no mucho pero si se lograría notar, o sea que… ¡No me
jodas! – ¿Tengo que usar calzones de niña también?
- Aja, no es tan malo
¿cierto?
- ¡¿Que no es tan malo?!
Pero que mier…
- ¡Jae! Ya no hagas más
escándalos, por favor. ¿Crees que no es difícil aguantar tus berrinches?
Recuerda que prometiste ayudarme –de nuevo otra embolia la sentía venir. De
todas las experiencias más extrañas que llegué a imaginar que algún día podrían
pasarme, ésta jamás navegó por mi mente. Pero como ya había dicho antes, sería
inútil tratar de evadir todo esto. Me había resignado a aguantar todo este
martirio, me evitaba malos momentos y enojos llenos de cólera.
Además lo hacía por Yunho
… si él es feliz yo también.
Suspiré.
- Sí, lo sé. Pero…
- Ah, ah, ah…–Me selló
los labios con un dedo, quizás tratando de reprender algún reproche mas; pero
estaba equivocado –no digas mas, Joongie –desvié la cabeza y me aparté de su
tacto.
- ¡Escúchame! – Yunho
guardó silencio– Pero…–Respiré profundamente… era difícil –Pero… ¿y si no me
queda?
- Ah, era eso –por la
expresión de su rostro hasta pareció que le quité un peso de encima –supongo
que si el sostén te queda también lo “otro” te quedará. Tienes una caderita,
Jae, todo te entra. Pero déjame ver…–Esto ya era bastante abrumador, me quería
ir, pero mientras Yunho seguía revisando la talla y lo ancho de la prenda, yo
me quedé observando todo lo de mi alrededor.
- Eeh, ¿todavía siguen
aquí?–Ni siquiera me fijé de donde salió ella. La señora del principio que se
“ofreció” en ayudarnos, miraba a Yunho con una cara demasiado tensa. Nos miraba
con la misma expresión de antes… “¿Por qué no se largan de una vez?” junto con
esa sonrisa tan hipócrita y aún más falsa. Yunho, ni siquiera se indignó en
contestarle, seguía entreteniéndose en lo que hacía y yo pues, no podía ser
grosero. Tenía razón, nosotros estábamos de más aquí– ¿Quieren… que les ayude
en algo? Señor…
- Ah, no gracias –sonreí
amable –estamos bien. Sólo escog… eh… ¡ Yunho! ¿Qué haces? ¡Quita!
- Jaejoong, no te muevas.
Déjame ver…
- ¡Oh, dios mío!
- ¡ Yunho! –No todo era
color de rosa ¡y vaya que Yunho lo sabía perfectamente! Hasta a veces pienso si
no se le habrá zafado un tornillo a esa cabezota dura que tiene, o sea…
¿cómo se atrevió? Sabía que mi hermano podía llegar a ser un tanto
aventando en algunas ocasiones y que le valía lo que pensaran los demás y mucho
menos las consecuencias de sus actos, bueno, eso apenas lo comprendía, pero
atreverse a probarme la casi tanga frente a la encargada de la tienda junto con
otras coladas miradas asombradas rodeándonos por todos lados, fue demasiado
estúpido… y vergonzoso para mí.
- ¡¿Pero que está
haciendo?! Tenga respeto por la demás gente de aquí.
- Sólo le pruebo esto a
mi hermanito… Joongie, ¿Lo sientes apretado?
- ¡Ya basta! –Lo tomé de
las muñecas, tratando inútilmente de zafármelo de ahí, pero mi concentración
estaba más enfocada en las chicas que nos veían y ahí supe que no faltaba mucho
para ponerme a llorar de vergüenza.
En si la prenda sólo me
la había puesto por encima como lo había hecho con el vestido, me apretaba la
cintura con eso para medir el tamaño. Mientras pequeñas risitas envolvían el
lugar al mirar la llamativa escena. La señora miraba por todos lados y sonreía
nerviosa mientras les decía que siguieran con lo suyo, que aquí no había nada que
ver, hasta que de nuevo se giró hacia nosotros un tanto seria.
- ¿Por lo menos podrían
ir a los vestidores? –No le quedaba de otra.
-Ah, no es necesario, ya
terminamos. – Después de estar encorvado mientras se empeñaba en arruinarme el
resto de lo que me quedaba de vida, Yunho se enderezó y yo sin poder con la
vergüenza, me tapé la cara con una mano– ¿Dónde pagamos?
(…)
- ¿Pero qué tiene que ver
si las vuelvo a ver o no? La pena que pasé nadie me la va a quitar.
- Sí, hombre; pero de
todas formas creo que no deberías de tomarte todo en serio. Si te vieron o no
¿qué tiene? No las conoces.
- No, no las conozco,
pero también pude haberlo hecho… ¿Por qué tiraste los números?
Ya llevábamos varios
metros alejados del lugar donde fue mi peor pesadilla.
Cuando creí que la
encargada llamaría a seguridad para sacarnos de ahí, yo ya había perdido los
estribos. Pero hizo todo lo contrario, es más, ella misma fue la que nos
atendió. ¿Y cómo no iba a hacerlo? Hasta los ojos le brillaron cuando vio lo
caro que era la lencería que habíamos escogido, hasta una de sus “más sinceras
sonrisas” nos dedicó.
En fin, cuando nos
disponíamos a pagar, me sorprendió ver cómo un grupillo de chicas algo tímidas
se acercaron a nosotros y cuando creí que nada más podía sorprenderme, me equivoqué.
En realidad pensé que Yunho , era el que les había alborotado las hormonas,
pero me sorprendí bastante cuando se abalanzaron contra mí y me dieron una
notita con varios números telefónicos…”Llámanos” fue lo suficiente para
quedarme de a cuadros. Pero al momento en el que se dieron la vuelta, mi
“amoroso hermano” me arrebató la nota de las manos y la dobló para meterla en
la pequeña cajita de propinas que estaba sobre el escritorio… Imposible de
recuperar. Y así con la misma, salió del lugar ignorando todo lo que le estaba
gritando.
- ¿No estabas tan
avergonzado como para volverlas a ver? No tiene caso explicar nada.
- Si, pero…– ¿Qué podía
decirle? En realidad a mi me valía si conocía chicas o no, y a decir verdad,
Yunho, estaba en lo cierto. Por mí, mejor si no volvía a verlas, pero el
indirecto recelo de él es lo que me sorprendió… Sonreí. –Ya, da igual. ¿Y ahora
a que tienda me vas a llevar?
- A ninguna, ya acabamos.
- ¿Enserio? Qué bien.
Estoy cansado. Llegando a casa quiero acostarme un rato y…
- Noooo, señor. Llegando
a casa comenzaremos a arreglarte. Tenemos el tiempo contado y estamos exactos.
Así que apresura el paso –di el más largo suspiro de todos los que llevaba hoy.
En verdad que en este laaaaargo día, yo no tenía voz para decidir.
(…)
- ¡ Yunho!… coff… no lo
aprietes tanto que me dejas sin aire.
- Ya deja de quejarte y
coopera… ¡No te muevas! Coño, esto es más fácil desabrochar que abrochar.
- ¡Eso intento pero me
lastimas…! Auh, auh… ¡Que no aprietes!
- Creo que no estás tan
flaco como pareces, eh.
Todo esto era una tortura
y apenas comenzaba. Lo primero que hicimos al llegar a casa fue ir directamente
hacia mi habitación y comenzar con mi supuesta transformación. Sin pensar en si
desordenábamos de nuevo el cuarto o no, tiramos todas las compras en la cama y
el primer objetivo en mente, fue la bendita lencería.
En éste instante me
encontraba en una situación demasiado bochornosa. Yunho, “como muy caballeroso
que es” se ofreció en ayudar a colocarme el brasier y por muy fácil que sonara
eso, al parecer no lo era del todo sencillo.
- ¡Auh, Yunho! No seas
tan brusco y abróchalo de una puta vez.
- No me ayudas… ¡Quédate
quieto!
- Pues no haces bien tu
trabajo. ¿No que muy experto?… “He abrochado y desabrochado mas
sostenes que lo que tengo de edad”… ¡JA! Puras habladurías.
- ¡Es verdad! Sólo que
ellas no se mueven como si fueran lombrices en lodo. Por última vez, Jaejoong
¡No-Te-Muevas!– Yunho tiraba de mí como si fuera un muñeco de trapo el cual
pudiera manejar a su antojo. Jalaba tanto el sostén que casi me dejaba sin
respirar, era sofocante. Lo peor de todo es que simplemente me lo estaba
colocando, aún faltaba la peor parte… meterme el relleno. Lo cual empiezo a
sospechar que será otra experiencia mucho más desastrosa que esta. ¿Pero qué
opciones me quedaban?
Tras otro tirón más,
Yunho paró de zangolotearme.
- Listo. Ya quedó.
- ¿Seguro que lo dejaste
hasta el último broche? Me aprieta bastante…–Mis dedos apenas entraban entre la
tela ¡Me asfixiaba!
- Eeeeh…–Detrás de mí se
encontraba el enorme espejo en el que siempre me reflejaba de pies a cabeza. Me
acerqué para poder contemplar mejor el resultado.
- Me siento tan… raro
–para nada me agradaba lo que veía. Me puse de espaldas para ver con mayor
claridad el pequeño trabajito de mi hermano y… ahora entendía por qué me
faltaba el aire. – Yunho, me lo pusiste hasta el tope, aflójalo un poco o me
dolerá la espalda.
- Supuse que si te lo
dejaba más flojo quizás se te saldría todo el relleno. Sigues siendo delgado
–se colocó detrás de mí y al instante me ericé al sentir la punta de sus dedos
rozar discretamente la piel de mi espalda. Tanteó con los dedos hasta quedar
debajo del broche mientras tiraba de éste sintiendo la flexibilidad del mismo.
Sentí un pequeño tirón y después un alivio total tras haberlo desabrochado por
completo. No encuentro explicación ni el por qué me sentí desnudo frente a él.
Fue como si en verdad tuviera “algo” que esconder, me sentí intimidado. ¡Mi
propio hermano me desvestía! ¿Cómo debe sentirse uno ante eso? Confundido tal
vez…–Ahora sí, ¿se siente mejor?– Oh, ¿ya lo había abrochado de nuevo? Ni
cuenta me había dado pero, me alegraba.
- Se siente mucho mejor,
gracias.
- Y ahora viene lo
bueno…–Caminó un par de pasos hasta llegar a su mochila que había traído de su
cuarto ¿pero para que la quería? Lo observé con sigilo, esperando a que
terminara de esculcar, hasta que por fin se levantó del suelo y fue ahí cuando
pude ver lo que traía en las manos– ¡Taraaaaan!
- ¿Calcetines?– ¿Ahora
hasta los calcetines él me los iba a poner? Eso ya era mucha exageración. Me
hizo una seña con la mano para que me acercara y así lo hice. De paso aproveché
a darle una miradita a su mochila para ver que más traía dentro pero, estaba
vacía– ¿Para que los trajiste?
- ¿Cómo que para qué?
Esto querido hermano, es el relleno que usarás.
- ¡¿Que?! ¿Con
calcetines? Pero creí que sería con papel. De hecho ya había preparado todo
–fui directo hacia mi baño y saqué de ahí las bolas de papel que yo mismo había
hecho para usar de relleno. En ningún momento me imaginé que tendría que usar
calcetines para eso. Salí y enseguida se lo enseñé a Yunho – ¿Ya ves? Todo está
listo. No necesito más relleno que el que tengo aquí.
- No me hagas reír, Jae.
Mírate, no tienes nada de nada ¿crees que sólo con papel lograrás asemejar el
busto de una chica? Te verás flácido. Mira, por desgracia en lo que llevo de
experiencia con mujeres, me ha tocado estar con una que otra tramposita. En vez
de pechos tiene un par de calcetines ahí, y vaya que engañan… ¡Yo, Jung Yunho
he sido una de sus víctimas! Por eso te digo, joongie, confía en mí. ¡Qué son
sólo un par de calcetines, además!–Me masajeé los ojos. Esto era algo en lo que
yo no tenía experiencia. ¿Y para qué ponerme a discutir en si usar calcetines o
papel? Lo mejor para ambos era seguirle el juego.
- P-pero ¿por lo menos
están limpios?
- Obviamente…–dudé–si no
me crees… –Los alzó casi poniéndolos frente a mi cara –anda huélelos –mi rostro
se deformó no por el aroma, si no porque casi me da un golpe con ellos.
- Vale ya, te creo –me
sobé la punta de la nariz –anda, dámelos que me los pondré.
- Yo te ayudo –una
sonrisa descarada me hizo no fiarme del todo de él al instante en que comenzó a
meter mano dentro de mi sostén. Sentí como si una gran barrera
se derrumbara al no resistir los frívolos ojos de Yunho, que ocasionó que de
inmediato me avergonzara. Lo único que pude hacer fue evitar a toda costa
conectar mi mirada con la suya.
Después de haber mezclado
el papel y la bola de calcetines, continuó con el otro par. Noté varias veces
que en vez de centrar su atención en lo que hacía, sus ojos permanecían fijos
en mi rostro, lo cual provocaba un ligero sonrojo en mis mejillas… ¿Qué estaría
pensando para que me mirara de esa forma tan… deseosa? Sus dedos estaban fríos
al contacto con la piel de mi pecho tibio. E indiscutiblemente mis pezones se
hicieron duros por la cantidad de veces en que Yunho pasó sus manos por encima
de estos.
- Creo que… ya quedó.
–Rodeó con sus manos ambos resultados y los acarició y masajeó levemente,
supongo yo para darles forma. Tan intimidado me sentí al ver lo que hacía que
lo único que pude hacer por instinto, fue darle una ligera manotada para que
dejara de tocar-me.
Creo que empezaba a tomar
mi papel de chica muy enserio…
- ¡No hagas eso, se ve
tan vulgar!
- Tú y tus cosas –asombro,
es lo que le trasmití ya que sus ojos parecieron salirse de sus orbitas –estoy midiendo
si quedó bien, no por otra cosa, ¿y quién es el que piensa mal aquí?
- Humm…–Siguió como si
nada, midiendo, acomodando, sacando y volviendo a meter hasta que por fin paró
de hacerlo.
- Creo que tienes uno más
grande que el otro, pero ya, dejémoslo así. Ni se nota.
- ¡¿Qué?! Yo no quiero
ser una deformidad. Arréglalo Yunho. Ponle más papel o no sé…
- Mmmh… eso podría
funcionar.
- Ábrete a las ideas
–tomó una de las bolas de papel, las mismas que yo había hecho por cierto, y
dividiéndola un poco, la metió detrás del calcetín que yacía dentro para darle
más volumen–hum… ahora ésta la tienes más grande…
- Yunho, deja de jugar
–colocó la otra bola de papel en la que faltaba, yo di por terminado todo, pero
su rostro me decía que algo iba mal.
–No se pero… a ver Jae,
pásame más papel.
- Lo tienes alado de ti
–empezó a hacer más y más bolas. Me alarmé un poco… ¿Y ahora qué? Metió una y
después otra en cada una. Empezaba a sentirme más apretado que antes, pero
Yunho no se disponía a parar y continuó metiendo y metiendo más y más, hasta
que ya no pude. Lo tomé de los hombros y lo aparté de mi manoseado “busto”–
¡Que te pasa! Ya deja de meterme eso ¿qué pretendes?
- Estoy tratando de
hacerte el busto más grande, ¿crees que yo saldría con una desproporcionada?
Para nada.
- No me importa si a ti
te gusta o no, yo no pienso andar todo el día con esto tan… enorme –y es que
era una total exageración. Para empezar el sostén no era tan grande como para
meterle tantas cosas, aparte que Yunho estuvo de acuerdo conmigo en comprar uno
más pequeño, obviamente porque mi pecho seria pequeño, y éste ya casi quería
meterme toronjas.
Fui directo al espejo
para quitar los sobrantes de papel, que por cierto eran montones. Ni siquiera
me importaba si Yunho rezongaba o no, era mi cuerpo así que era mi decisión.
Cuando por fin vi un tamaño considerable, sonreí al ver mi resultado, era
perfecto. Muy natural y acoplado perfectamente a mi cuerpo.
- ¿Ves? A que se ve mucho
mejor ¿verdad?– Yunho blasfemó nada importante e hizo muecas con la boca. Su
silencio me bastó para saber que estaba de acuerdo, aunque conociendo a mi
hermano, no duró por mucho.
- ¿Sabes que te ves muy
chulo con los bóxers y el brasier?–Soltó una pequeña risotada, como queriendo y
no queriendo burlarse de mí. No me importó y menos me molesto, a decir verdad
estaba de acuerdo con él. Seguro me vería muy bonito vestido de ésta manera.
¡JA! Para reírse –muy sexy también…–Eso ya no dio tanta risa.
- Mejor pásame el vestido
¿quieres? Antes de que empieces a babear también –negó con la cabeza varias
veces ante mi comentario, sin perder la sonrisa de su rostro. Me quedé embobado
mirándome al espejo, tratando de visualizar el resultado final de mi
transformación. Debo admitirlo, quería que acabara de una vez. Ya no me sentía
tan tenso como antes y además la curiosidad por ver como luciría me devoraba la
paciencia. ¿En verdad me parecería a una chica? Quería continuar –bien, ahora
lo que sigue.
- A ver, sume más la
panza que esto no cierra.
- ¿Qué crees que estoy
haciendo? Ya no puedo encogerla más. Haz un esfuerzo y sube más el
cierre–primero batallar con el maldito brasier ¿ahora también con el vestido?
Si de por si entendía perfecto a las mujeres al tardarse tanto en arreglarse,
con esto casi era una misión imposible, por dios, y eso que sólo estaré así por
hoy, ellas lo hacen todos los días… mis respetos. Estábamos entre una difícil
batalla para lograr que me entrara, porque al parecer, mi espalda si era un
poco más ancha de lo que habíamos considerado– ¿Pudiste?
- Ya casi… no te jorobes
Jaejoong, que esto ya casi cierra.
- Hago lo que puedo.
- No lo suficiente.
- Tal vez debimos haber
comprado el grande… ¡Ah, Yunho! Ten cuidado imbécil, me lastimaste con el
cierre.
- Ya, ya, tranquilo. Esto
te queda porque te queda…–Y después de varios jaloneos, varias sumidas de panza
y sobre todo después de varios pellizcos en la piel de mi espalda a causa del
feo cierre, ganamos la batalla. ¡Por fin!– ¿Puedes respirar? ¿Cómo lo sientes?
¿Te queda bien?
- Humm… eso creo…–Me jalé
un poco el vestido hacia abajo para acomodármelo mas, teniendo cuidado de no
dejar al descubierto mas allá de mi “pecho” para evitar bochornosos momentos.
Me estiré varias veces e incluso di varios saltitos para ver la elasticidad de
éste. A pesar del horrible momento que había pasado al estar tratando de
cerrarlo, me quedaba bien, era cómodo y a decir verdad, me sentía con una gran
libertad al usar una falda –sí, me queda muy bien.
- ¡Uff! me alegra tanto
escuchar eso. Sólo de pensar en tener que regresar a comprar otro en talla más
grande me pone de mal humor.
- Si eso te pone de mal
humor, ya me imagino si tú tuvieras que usar el vestido.
- ¡BAH!–Me dio la espalda
tan pancho y se desparramó sobre la cama. Yo me quedé de pie acomodándome más
el vestido para poder amarrar bien la cinta que quedaba más o menos un poco
debajo del pecho. Lucía lindo. Una vez terminado volví a entornarle los ojos a
mi hermano quien me observaba en silencio, tratando de reprimir una sonrisita
extraída de un mismísimo bufón, o eso me pareció.
- ¿Te… te estás riendo de
mi?– ¡Ptfff! Fue lo primero que balbuceó antes de soltar la carcajada. Me
colmaba mucho cuando me hacía sentir ridículo. ¡Todo esto lo hago por él! ¿Y
ahora me toma como su payaso? Estará pero bien imbécil…– ¿Sabes que Yunho? vete
a la mier…
- Wou, wou, wou, párale a
tus insultitos –alzó las manos imitando un débil escudo– ¿Cómo quieres que no
me ría?, mírate, luces tan chistoso, no te enojes Joongie, pero sabes que es
verdad. Date vuelta –me crucé de brazos resignado y le obedecí. El espejo de
cuerpo completo fue con lo que me encaré, o más bien conmigo mismo. Tuve que
usar toda la fuerza de voluntad que me quedaba para no soltarme a reír al momento
en que me contemplé por completo. Como yo mismo había dicho, era todo un
payasito– ¿Ya ves? Y con ese peinado le da un toque único, ¿a que si,
escobita?–Sin poderlo evitar me solté a reír ¿para qué malos entendidos? Tenía
razón, me veía muy cómico así, sin zapatos ni nada, únicamente usando el
vestido.
- Pero a que me veo muy
guapo ¿verdad?–Puse ambas manos como jarra sobre mi cintura, contemplando mi
reflejo y di un par de vueltas cual típico modelo. También hice varias caras
chulas como si me estuviesen tomando fotos, lo cual le causaban más y más risas
a Yunho.
- Querrás decir guapa,
nena –me sonrió. Obviamente hablaba en broma, por lo que no me causo ningún
coraje. Le sonreí también. Y así nos quedamos por un lapso desconocido,
sonriéndonos y mirándonos hasta que Yunho, rompió la conexión. –Bien…–Se
levantó de la cama y se acomodó la camiseta que le había quedado arrugada
mientras yo desvanecía la sonrisa de la cara –sigamos, te falta todavía la
peluca y lo demás así que, andando –caminó y se dirigió hacia mi baño muy
campante y al ver que no moví ni un musculo para seguirlo, se detuvo– ¿Sucede
algo?
- No necesito de tu ayuda
Yunho, de aquí en adelante lo haré solo.
- ¿Solo? Pero faltan
varias cosas. Tal vez todo eso de arreglarse no sea muy tema mío pero puedo
ayudar, ¿no?
- En esto no. Puedo
hacerlo por mí mismo. No te preocupes.
- ¿Qué? Ni loco. Si
te dejo solo capaz y te vistas de niña gótica. Te conozco.
- No lo haré, créeme.
Además es cuestión de sólo maquillarme. Lo he hecho yo solo miles de veces, no
es necesaria tu ayuda en cuanto a este tema ¿sabes?
- De todas formas puedo
colaborar en algo, yo seré tu supervisor. Ah, y falta la peluca, te la tengo
que acomodar bien, bien, para que se vea real y…
- No exageres Yunho, ¿de
cuándo acá sabes algo sobre maquillaje? Y lo de la peluca, ni que fuese cosa
del otro mundo. En todo caso saldré y te pediré tu opinión, pero al baño no
entras, es más, pensándolo bien ni siquiera puedes estar en la habitación hasta
que termine. Lo siento, Yunho, esperarás afuera.
- ¡¿Que? ¿Afuera?!
Conociéndote tardarás cientos de años en salir –apuntó con el dedo su muñeca
como si en éste hubiese un reloj – la cita es a las nueve y ya son las cinco,
apenas y nos queda tiempo. Aunque sea me necesitas para estarte apurando.
- Lo último que necesito
es más presión. Ya deja de estar buscando pretextos absurdos y déjame hacerlo
yo, no puedo si tengo espectadores –le di varios empujoncitos tratando de
sacarlo de la habitación pero era inútil, seguía igual de terco y al parecer no
pensaba retractarse en su respuesta. Cómo odiaba cuando se ponía de
berrinchudo– Yunho, obedece, ¿no que tenemos el tiempo justo para la cita? Y tú
estás aquí distrayéndome. Anda, sal de aquí ahora o no llegaremos a tiempo.
- ¿Pero por qué no
quieres que esté aquí? Me sorprende que quieras aceptar hacer esto tú solo…
- No es raro. Faltan
cosas simples y fáciles de hacer sin tu ayuda. Qué no entiendes que…
- Falta la peluca. Lo que
por cierto tienes que lavarte bien ese cabello.
- Si bueno…
- Y quitarte esos kilos
de laca que te has puesto, para que puedas usar la mata.
- Si, lo sé pero…
- Maquillarte, eso en si
claro que puedes hacerlo solo, pero tengo que supervisarte para concordar con
mi gusto.
- ¿Qué?
- Mmmh, ¿vas a usar
botas, no? El vestido te queda hasta por ahí de las rodillas al igual que las
botas, creo que no es necesario depilarte o algo así. Va a estar oscuro nadie
podrá fijarse. Además eres más lampiño que yo, así que eso anulado – ¿Pero qué?
¿Pensaba depilarme? ¡Oh, señor eso nunca, si yo no tenia nada de pelos!
- Yunho, creo que ya
estás exage…
- ¿Qué mas falta? Nada.
Si lo hacemos los dos juntos terminaremos más rápido, Jae. No entiendo por qué
no quie…
- ¡Falta ponerme los
putos calzones, Yunho! –Estallé, y me arrepentí de haber divulgado ese pequeño
detalle… ¡Qué vergüenza!
- Ah… eso, pues…– Yunho
pareció resentirse también, pero aún no podía confiar en él.
- No te atrevas a decir
que también puedes ayudarme en esto porque juro que te…
- Ya va, ya va, no grites
¿sí?
- Ni de coña me desvestiré
frente a ti –finalicé. Yunho, lo pensó un poco y luego asintió con la cabeza,
resignado. ¿Qué más le quedaba?
- De acuerdo, pero con
qué te tardes, juro que si es necesario tiro la puerta de una patada y te saco
de ahí dentro. Estás advertido…–Me quedé parado, cruzado de brazos observando
como poco a poco retrocedía aún sin darme la espalda. Iba caminando de reversa
achinándome los ojos y emitiendo con los dedos la típica seña de “tengo los
ojos fijos en ti” blah, blah, blah. Un par de pasos más, salió de la habitación
y cerró la puerta. Me acerqué a ésta para ponerle seguro, pero casi me caigo de
un sentón al haberse abierto de nuevo enérgicamente que por poco me pega en la
cara –ya dije, nada de retrasos…
- ¡Yunho! ¡Ya, fuera!–Lo
empujé y cerré de un portazo– pero que infantil–me aseguré de poner seguro a la
puerta para evitar a cualquier intruso –bueno, manos a la obra. –Ahora me
tocaba hacerlo solo, sin ayuda de Yunho, simplemente dependía de mi ingenio y
creatividad.
Todo un reto, lo sé, pero
no imposible…
Yunho
- ¡Agh! El cuello me
duele… –Hablando enserio y sin exagerar, ya llevaba esperando como una hora y
media…”No me tardo nada” “Salgo en un momento”… Parecía que se las había
llevado el viento. Esa cantaleta me la tenía escuchando desde el estúpido
momento en el que le hice caso y salí de la habitación. Ya hasta con el tiempo
de sobra que tuve, aproveché para meterme a la ducha y alistarme, cosa que no
me tomó ni media hora. A diferencia de mi pequeño hermano, me había vestido
rápido y un poco sencillo. Playera, pantalón , ambas de color negro y una
chamarra del mismo color. Así de fácil y sin ninguna demora. Bueno, el color lo
había elegido no por gusto propio, sino para disimular la vestimenta que Jae
usaría. Si los dos íbamos de negro, él no resaltaría y ni sería el blanco de
los comentarios de mis amigos. ¿De cuándo acá Jung Yunho anda con niñas
vestidas de funeral?
Tenía que disimularlo.
Lo peor de todo este
“pequeño tiempo”, es que Jaejoong aún no salía, ¿qué le podría estar tomando tanto
tiempo? Creo que hasta demorarse de más lo protagonizaba muy bien de una chica
¡Qué va!
En primer lugar, me
encontraba sentado en las escaleras, un lugar muy incomodo por cierto, pero yo
tenía la idea en la cabeza de que saldría en los cinco minutos que me iba
prometiendo cada vez que le preguntaba si ya estaba listo. Lo único que hacía
para entretenerme era maniobrar con una moneda, la cual no dejaba de girar y
girar.
Hasta ése punto había
llegado mi ingenio.
- Joder, ¿por qué no se
apura?–Me dolía el cuello, la espalda por estar todo encorvado y el trasero de
lo plano y duro de las escaleras ¿pero qué más podía hacer? Quizá era el
momento de ir y tirarle la puerta en las narices para ver si así salía de una
vez– ¡Uff!… ¿Pero que tanto hace? Es lo que me pregunto –la moneda dejó de
girar y mi mente la reemplazó. Miles de cosas imaginé que podría estar
haciendo. Seguro algo no le había quedado bien, me refiero a que tal vez no se
puede acomodar la peluca y ahora está haciendo todo un show para lograr que le
quede en su sitio o… quizá el problema era con el otro “detallito”.
En verdad creo que fui
tan cabrón como para casi obligarlo a ponerse semejante estreches y digo, por
algunas que otras veces que he desviado la mirada hacia ahí sin querer,
me he dado cuenta que mi hermanito está bien dotado, Me imagino que será
difícil tener que andar con ropa tremendamente entallada que te aprieta los
huevos, ¿pero qué más da?
En realidad no importaba
si se veía o no el bóxer debajo del vestido… simple gusto mío.
Debo admitir que
imaginármelo lucir el vestido de todas las formas que sea, me emocionaba.
¿Funcionará? ¿Cómo lucirá al final? ¿Se verá como tanto lo había imaginado?
Lindo, sexy, tierno, ridículo también pero esperaba que sea ésta la última
opción al final aunque de eso no me preocupaba mucho, pues jaejoong en todas
sus facetas, es perfecto. Aún usando una baratija sabe hacerlo lucir muy bien
en él. Y se lo debo al merito de que es gracias a la belleza natural que a mí
me falta y que a él le sobra. Toda una creación divi…
- ¡No! Nononono… ¡Basta
Yunho, basta!–Sacudí frenéticamente la cabeza, empeñado a desaparecer de
inmediato aquellos pensamientos impuros, pero como siempre, era inútil. Si
preguntaran no tendría alguna respuesta coherente. No sé cuándo y el por qué de
esta sensación, emoción, obsesión que he llegado a tener por Jaejoong, pero a
veces llegaba a sentirme perverso. Que estuviera fantaseando con mi propio
hermano ¿en qué me convertía? ¿Un maldito pervertido? ¿Un enfermo mental? Creo
que hasta eso se queda corto. Pero lo cierto es que había cometido el peor
pecado de todos:
Haberme enamorado de mi
propio hermano.
Por más que tratara de
sacarme de la cabeza esa idea, esos pensamientos, deseos, no podía. Todo era
inverso y al hacer el mayor esfuerzo en sacarlo de esa manera de mi mente, más
lo retenía. De nueva cuenta Jaejoong invadía mis pensamientos por completo y no
había nada ni nadie que me pudiera sacar de tan asqueroso trance (para algunos)
en el que me había encerrado, pero maravillosa pesadilla para mí, porque sí…
aún seguía en una, completamente irrealista y hermosa pero no quitaba el hecho
de que seguía siendo pesadilla. La mejor de todas.
No sé cómo se le llamará
a este tipo de trastorno pero tampoco me importaba saberlo. De todas formas no
le estoy haciendo daño a nadie ¿cierto? No si Joongie jamás se entera. Lo que
me queda, es vivir con este enfermizo dolor permanente, pues lo único que
tendré de Jae es una relación completamente de hermandad, porque yo no pensaba
hacerle daño… ¡Jamás!
Aunque creo que ya empecé
mal.
Sobre la apuesta, debo
admitir que todo esto fue obra mía. A cualquier chica que le hubiera redactado
mi plan, aceptaría sin objeción alguna aun sin necesidad de convertirse en mi
novia. Conozco a Jaejoong, perfectamente. Desde un principio supe que se
creería el cuento de “no puedo durar con una sola mujer” al
parecer también me conoce, pero creo que no lo suficiente. Y es así que por
“casualidad” la única manera que yo mismo me había permitido encontrar, era
escoger a mi hermanito como mi novia.
Acostarme con chicas para
intentar sacarlo de mi pútrida mente ya me había colmado porque ¡no funcionaba!
El único remedio que se me ocurrió fue algo tan simple pero contradictorio:
realizar la dura fantasía de tener a Jaejoong como a mi novio, aunque sea por
un simple día. Sé que era egoísta pensar sólo en mí pero ¿y, Joongie? ¿Qué
acaso no me importaba? ¡Claro que sí! Por lo mismo si él se hubiera quedado con
la respuesta negativa, yo no insistiría de nuevo en el tema, ni mucho menos lo
obligaría. No tenía el derecho. Sé que es patético tener que llegar a estos
extremos para tenerlo cerca por un día, pero en mi lugar otra persona haría lo
mismo.
Quizá seré un monstruo,
pero aun así no perdía nada con intentarlo. Pero ya… como si Jaejoong fuera el
único al que le han pasado cosas desagradables, eso tendría que decirlo yo. Y
por muy enamorado que esté de él, eso no quita que aún sigamos siendo hermanos,
que viéndolo desde ese punto, me debía bastantes. Por lo que pensando de esa
manera, no me sentía tan culpable. ¡Jaejoong, es todo un canijo!
- ¡Ya estuvo bueno!–Me
levanté de un volón de las escaleras, harto de tener que esperar y a causa de
aquello hacer lo que menos me gustaba: pensar. Así que me fui directo hasta su
puerta.
Toc… Toc… Toc…
-¡Jaejoong! ¿Ya estás?
¡Ya te tardaste muchísimo! ¡Te advertí que entraría a buscarte si no te
apurabas así que quítate de la puerta que la voy a tirar!–Empecé a aporrear la
puerta con golpes algo fuertes, pero no con otra intención, simplemente para asustarlo,
cosa que funcionó.
- “No hagas esooo, ya
en un minuto saaalgoooo”
- ¡Eso mismo dijiste hace
una hora, a lo que ahora tengo que medir el minuto en 3,600 segundos! ¿Sabes
cuánto es eso? ¡Es una eternidad y no estoy dispuesto a esperar tanto! ¡¡Ahí voy!!–Y
de nuevo los golpes…
- ¡Nooo Yunho, espera!
¡Te prometo que salgo en uuun minutooooo!–Respiré exhausto. No pensaba tirar la puerta, así que la única opción que
me quedaba era entrar por la ventana, pero hacer eso sería demasiado
complicado. Así que mejor me tuve que conformar con esperar. Pero con que se
tarde…
- ¡No, no, no dejes de
girar! Joder…–Quince minutos y de nuevo me encontraba desparramado en las
escaleras, jugando con la misma moneda de hace un rato. Empezaba a sospechar
que quizás el motivo de su tardanza era que a lo mejor se sentía acojonado. Me
refiero a que no puedo imaginar lo sencillo que sería abrir esa puerta y salir
vestido de esa manera. Conociendo lo penoso que es, tenía que considerar esa
opción –Pues que se relaje entonces.
Me levanté con esfuerzo,
me entraron ganas de mear y decidí mejor ir al baño. También necesitaba mojarme
un poco la cara para poder despejarme y no caer en sueño. Eso me disponía a
hacer, pero al momento de dar el primer paso, pisé la condenada agujeta que se
me había desamarrado y…
-
¡IAAAAAH!–Inevitablemente caí de bruces al suelo. Con lo que me dolió el
golpe–… Demonios.
- ¡Yunho! ¿Estás bien?
- Sí, como no… ¡Me duelen
las rodillas!–Y es que fue con lo primero que caí. Seguro me saldrán moratones
a causa del duro golpe. Pero como no me fije antes que la aguj… ¡Un momento!…
Su voz. Como una lagartija retorciéndose, giré el cuerpo de inmediato quedando
boca arriba –Oh, oh dios…
- ¡¿Qué pasa?!–Y por fin,
ahí estaba él. Parado a un lado de la puerta, usando como había dicho sus botas
que le llegaban casi rozando las rodillas, luciendo su cuerpo con ése delicado
vestido negro en el que ambos habíamos concordado. El pecho, el cual lo cubría
el vestido, estaba perfectamente acomodado y muy natural. Tendrían que acostarse
con él para saber que era tontamente falso.
Por debajo de éste y
arriba de la cintura, tenía una delgada cinta de color grisácea, el cual le
había dado un toque muy mono al convertirlo en moño, sosteniendo el vestido. El
cabello largo lo tenía puesto por delante de los hombros, colgando como
cortinas negras. Pero me perdí de verdad cuando me concentré en lo más
primordial.
Su rostro.
Era demasiado hermoso aún
estando contraído al haberse preocupado por mi caída. En definitiva debí de
haber tomado antes alguna precaución. ¡El corazón se me estaba saliendo del
pecho! Me quedé bastante asombrado al ver tan majestuoso trabajo. Era todo una
muñequita de colección.
Su rostro lucía más fino
de lo que ya era y su carita asombrada al verme aún en el piso era todo un arco
iris.
Se había pintado los ojos
de negro como de costumbre, pero de una manera más femenina. Esta vez no usó
tanto maquillaje e incluso había utilizado sombras más claras, casi grises. Les
había dado un toque expresivo al haberse puesto pestañas largas y enchinadas,
totalmente perfecto. Sus mejillas ahora polveadas con un leve color rosado como
toda típica señorita, encajaron a la perfección en él. Lucía hasta más joven y
expresivo. Y qué decir de sus labios; brillaban de un color cereza verdaderamente
antojable. La peluca ayudaba bastante, lo hacía lucir más femenino al haberse
sacado el fleco, creo que le había cortado un poco a la peluca lo cual lo hizo
ver aun más adorable. En pocas palabras, el Jaejoong que había imaginado
infinidad de veces dentro de aquel vestido, se quedaba corto con el de la
realidad. Un ángel. Y por esta noche era todo mío.
- ¿Yunho…?
- Te ves… precioso
–rápidamente me levanté del suelo y aun más lo contemplé.
Jaejoong, que al
principio no había caído en la cuenta que ya me había deleitado con su
encantadora presencia y que no me había pasado nada, se mordió los labios, un
tanto tímido y se tapó la cara con las dos manos, pero sólo por un segundo ya
que al final se dignó a sonreírme al no poder retenerla más.
- Querrás decir preciosa.
- ¿Qué? ¡Ah!… sí, eso
mismo –Él era el equivocado, no yo. Amplió más la sonrisa mientras se
balanceaba de un lado a otro sobre sí mismo, un gesto claro de timidez. Toda
una monada.
- Pero ¿sabes? Aun me
siento un poco extraño vestido así, digo, no es de extrañarse pero la sola idea
de salir a la calle de esta forma me da un poco de miedo. ¡Uyyy! Y es que, ¿qué
tal que alguien me vea? ¿Y si me reconoce? No quiero ni imaginar que
explicación le daría, sería todo un alboroto y más si…–Sus palabras se fueron
convirtiendo en susurros al atravesar mis oídos. La verdad no le podía prestar
atención, estaba tan ensimismado con él que no prestaba el más mínimo interés
en lo que me estaba relatando. Lo miraba sólo moviendo la boca, hablando y
hablando, diciendo no se qué tantas cosas, haciéndose caireles con los dedos en
las puntas de la peluca por inercia, sonriendo y mirándome. No tenía palabras
para describirlo. Jaejoong, era más de lo que yo me había imaginado. –…Y con el
viento se me levante el vestido, eso sería otro grande problema ¿no?… Yunho.
- ¿Eh? –desperté –ah sí,
si, como digas– ¿Qué había dicho? Oh, claro –no te preocupes, no te verán y si
así lo hicieran estoy seguro de que nadie te reconocerá. Ahora ven para que te
amarre bien la cinta ¿quieres?–Jaejoong suspiró, y más bien lo vi como a una
chica un poco acomplejada. ¡ME DERRETÍA!–En verdad que quedaste hermoso,
hermosa…
- Sí, gracias –asintió y
me hipnotizó con esa encantadora sonrisa la cual le devolví.
Esto ya no era pesadilla,
ahora era un verdadero sueño. Sueño que no duró nada para volverse a convertir
en pesadilla. Mi sonrisa fue desapareciendo con apenas verlo dar dos simples
pasos.
Todo el encanto se esfumó
de él de volada.
En primer lugar, caminó
todo abierto, casi jorobado, jalándose una y otra vez el vestido y acomodándose
el relleno, claro… metiéndose mano.
- ¡Ush! Me molesta tener
que usar esto. No se quiere quedar en su sitio…–Y cuando pensé que lo peor
había quedado atrás, casi me abalanzo contra él para reprenderlo cuando lo vi
llevarse una mano “ahí”, restregándosela con ganas supongo yo, para acomodarse
el paquete, jalándose por encima del vestido haciendo caras de disgusto.
Que le apretaba el calzón
le apretaba y lo entendía, pues que es más cómodo que un bóxer del cual hay
tanta libertad y por mucho que se nos mueva o algo, lo preferimos mil veces
antes que una trusa. Y ahora tener que usar ropa interior de mujer era bastante
malo. Se le transparentaban un poco las piernas a causa de lo transparente del
vestido y ni que decir de lo demás, por suerte sólo se le notaba la silueta de
la panty y no más allá de esta; pero pese a eso, era imperdonable que se
comportara de ésta manera.
¡Se supone que está
protagonizando el papel de una chica, y para nada se comportaba como una!
- ¡Jae! Pero…
- Esto me empieza a picar
–se llevó las manos a la cabeza, acomodándose la peluca, moviéndola de un lado
a otro varias veces hasta que por fin encontró una adecuada postura–…Listo.
- ¡Nunca! Escúchame bien,
¡nunca te vayas a comportar de ésta manera vestido así!–Me acerqué dos pasos y
él abrió los ojos demasiado, con una clara señal de no entender nada de lo que
le estaba hablando. –Se supone que eres una “dama”, no una vulgar. Tienes que
tener más cuidado con tus movimientos, vamos, Jaejoong… ¿acaso no puedes actuar
como una chica?
- ¿Cómo quieres que actúe
como una si no lo soy? Esto ya es demasiado para mí y encima de eso me pides a
gritos y regaños que me comporte como una dama. ¡Por favor!
- Siempre te sales por la
tangente ¿verdad? Yo no te estoy reprochando nada, sólo que no había tomado en
cuenta algo.
- ¿Qué cosa?
- Hermanito…–Lo tomé de
los hombros y lo miré cautelosamente –necesitas clases de modales femeninos.
–Una cara atolondrada es lo que ahora tenía en frente; pero enseguida desapareció
cuando entendió de que hablaba.
En cierto modo yo no me
consideraba un experto en cuanto a este tema del comportamiento de las chicas,
pero de una u otra forma me había fijado bastante en los detalles de las chicas
con las que he salido y de algo estoy seguro, ¡para nada se comportarían como
Bill lo hizo hace un momento!
Aún nos quedaba una hora
para estar listos, lo suficiente como para que le enseñara algo, aunque sea lo
básico sería suficiente.
Conforme pasó la hora de
volada, vimos los temas principales, desde caminar recto e ir fingiendo que
caminaba sobre una línea recta para contonearse un poco, cosa que al principio
resultó un poco complicado pero al final, sus largas piernas le facilitaron el
trabajo y logró hacerlo bien. ¡Coño, hasta podría hacerse pasar por modelo!
También repasamos como podría mantenerse siempre recto y sin nada de
encorvarse, cosa sencilla de hacer. Y lo peor y más importante, tratar de
evitar estarse acomodando la entrepierna, por muy incomodo que se encontrara
tendría que aguantarse. Lo bueno que pareció comprender. Por último, aclaramos
también como debe sentarse: con las piernas cerradas y si era necesario,
cruzadas.
- Pero va a ser muy
incomodo estar con las piernas cruzadas, sabes a que me refiero.
- Bueno, entonces no lo
hagas. Sólo procura no abrir las piernas más de la cuenta ¿ok?
- Captado.
- Vale. Mmmh… creo que es
todo –miré el reloj de pared. Con el tiempo justo –ya estás listo Jaejoong, así
que llegó la hora de irnos…
- ¡Qué fastidio será todo
esto!–Gritó y yo me quedé de a cuadros.
¡Maldita sea! ¿Cómo no lo
noté antes? ¿Cómo se me pudo pasar algo tan notorio?
- Jae, tu voz… ¡TU VOZ!
–Tanto como yo, él se quedó petrificado.
- ¡Oh, por dios! ¿Ahora
qué haremos?
- ¿Qué más hacer? Tendrás
que fingir la voz, sé que puedes hacerlo no es tan difícil. Sólo agudízala un
poco, haber inténtalo.
- ¿Qué digo?
- Lo que sea… invéntate
algo.
- Ok, ok –carraspeó un
par de veces e incluso tosió también preparándose para su actuación –aam… hola,
Yunho –Un desastre. Se le escuchaba tan fingida que cualquiera se daría cuenta
de eso.
- ¿Qué fue eso, Joongie?
Vamos, sé que puedes hacerlo mejor, y procura esta vez no imitar la voz de
burbuja.
- No puedo hacerlo, yo no
soy un actor. –Nos quedamos callados, mirándonos, pensando en cualquier
solución que se nos viniera a la mente, pero al único que al parecer se le
ocurrió algo fue a mí, la cosa más obvia pero al cabo era una idea, ¿no?
- Lo siento Joongie, pero
ahora las cosas cambiaron.
- Escucho.
- Tendrás que
protagonizar el papel de una chica tímida, ¿sí sabes a lo que me refiero?
Entenderás que te mantendrás con la boca cerrada todo lo que te sea posible. Si
es necesario yo contestaré por ti. Es lo único que se me ocurre.
- Ah, por mí encantado.
Ni siquiera pensaba entablar una conversación con… ¡Oye!… aún no me has dicho
con quien saldremos, ¿no los conozco, verdad?
- ¿Cómo los vas a
conocer? Claro que no, ni siquiera les he hablado de ti.
- Oh, gracias –pareció un
poco ofendido por el tono totalmente sarcástico que escuché pero yo no mentía.
Siempre procuraba no mencionar a Jaejoong con nadie con los que salía, el
propósito de estas huidas era para despejarme de él. No podía mencionarlo– ¿Y
entonces?
- Saldremos con Changmin,
Yoochun y Junsu.
- ¡¿Qué?! No juegues…
¿Esos pervertidos amigos tuyos que se pasan morboseando a las mujeres? ¿Son los
mismos de los que me has hablado? Si lo hubiese sabido antes juro que no te
hubiera ayudado en esto –se cruzó de brazos, poniéndose a la defensiva.
- ¿Por qué crees que no
te dije? Ya, Jaejoong, estaré contigo todo el tiempo, no te pasará nada. –A mis
“amigos” no se los tragaba Jaejoong… y eso que no los conocía en persona. Yo le
platicaba algunas veces con quien salía ya que me sometía casi a un
interrogatorio para saber en dónde y con quien me había metido cuando llegaba
tarde a casa, ya ni mama hacía eso. Pero yo era honesto con él y no omitía nada
al relatarle algunas de mis anécdotas nocturnas con ése trío. Y digamos que las
cosas que le conté fueron grandes razones para lograr inculcar un claro
desprecio en Jaejoong hacia ellos.
- Vaya, como si eso fuera
hacerme sentir mejor –el claro desagrado de Jae se podía notar desde a
kilómetros de distancia; por eso me limité a finalizar esta pequeña
conversación con miedo a que él se echara para atrás. No quería eso.
- Sí, como sea. Ahora
vámonos que llegaremos tarde – le tendí la mano para que se acercara y no puedo
negar que me asombró verlo… lo hizo. Tomó mi mano algo indeciso pero en sí
aceptó– ¿Listo para ser mi novia?
- No del todo ¿pero tengo
opción? Por mí preferiría quedarme en casa todo el día a tener que pasar por
esta vergüenza.
- Tomaré eso como un sí.
- Sólo espero que esto
nos salga bien.
-Ya verás que sí, tú no
te preocupes –y enseguida la puerta de la casa fue cerrada y ambos cogidos de
las manos nos encaminamos a nuestro destino.